CONSEJO:

Al ser un diario será más comprensible si se lee desde la primera entrada. Domingo 29 de noviembre 2009
Gracias por vuestra atención

martes, 22 de diciembre de 2009

Sábado 19 de diciembre 2009


Madrugada del domingo.


Tengo tantas cosas que contar que no se por donde empezar. A veces me sorprendo escribiendo en una servilleta de papel una palabra que abarque la idea que quiero que no se me olvide para contarla aquí. Por ejemplo, ahora en la que tengo en la mano pone “puyazo”.
Os adelanto que ya se a que se dedica Paco. Pero cada cosa a su debido tiempo.

Primero lo primero. Para cerrar el tema de la cena de empresa.
Ya dije que me pondría mi mejor traje, y así lo hice. La verdad es que di la campanada, y de que manera, por que en general los comentarios fueron buenos exceptuando un par.
La cosa es que Mª José, una de las chicas de mi sección que se encontraba a mi izquierda, en un momento de la cena, la note muy atenta conmigo cosa que me incomodó un poquito. Yo trataba de evitarla ya que justo enfrente tenía al que se supone que está coladito por ella, y solo digo se supone. Estuvimos un rato contando chistes y anécdotas del trabajo, vamos lo típico. Ella estaba un poquito tocona y yo veía que a Jorge, Jorge es el de enfrente, no me quitaba ojo y por la forma no llevaba buenas intenciones.
Para salir del aprieto decidí levantarme para ir al baño y dejar que se enfriara la cosa que por mi parte estaba más que fría. Al regresar tenía que pasar entre la mesa y unos biombos que habían colocado para separarla de la puerta de los aseos, donde escuché el siguiente comentario:
-No pierdas el tiempo con ese, que no va a dar chispa.- y luego una risita.
-¿Por qué dices eso?- le preguntó ella.
-Bueno, es que desde que está con nosotros no se le conoce hembra, ya entiendes.- ahora la risotada que soltó hizo callar a los demás que estaban ajenos al tema del que hablaban.


Decidí aparecer de repente y cortar de raíz los cotilleos.
-Mira Jorge si quieres saber con quien me acuesto solo tienes que preguntármelo, pero como veo que no tienes cojones para hacerlo te lo voy a decir. Si, soy gay o maricón o como lo quieras llamar y que sepas que hace solo una semana el que estaba en boca de todos eras tú y curiosamente también por el mismo tema. Cualquiera de los que están aquí sabe de lo que estoy hablando. Así que no trates de esconder lo tuyo sacando lo mío que es de sobra conocido por todos. Yo nunca lo he ocultado.- Jorge intento levantarse un par de veces soltando lo de “¡haber si te voy a poner el otro ojo del mismo color, maricona!” pero Javi, el encargado, le agarraba del brazo. Cosa que no era necesaria por que dudo mucho que intentará agredirme.
-Y la próxima vez que quieras llamar maricona a alguien hazlo delante de un espejo.-
Fue entonces cuando me di cuenta del silencio que había en el restaurante. Me giré y todas las mesas estaban pendientes de nosotros.
-Será mejor que me vaya. Por favor, Mª José haz el favor, toma y paga mi parte.- dije sacando de la cartera treinta euros y entregándoselos, cantidad estipulada por cabeza para el menú de navidad.
-No te vayas Ángel.- me pidió sintiéndose incomoda con mi marcha. O eso creo, por que mi relación con ella siempre ha sido buena.
-No te preocupes, nos vemos mañana por la tarde, recuerda tenemos que currar.- dije volviendo a mirar directamente a Jorge.
-¡Coño Ángel no te vayas, tío! - era Javi que me suplicaba con un gesto de “no me hagas esto”.
Hice un movimiento con la mano y me di la vuelta. Todo bordado hasta que la voz de Mª José me dijo:
-Te dejas el abrigo.-
Así que me tuve que volver y recogerlo del respaldo. Menos mal que no lo dijo con rintintín. Como “tedejasel abriiiigooo”.Con lo bien que había quedado mi marcha sin tener que volverme.
El lado bueno es que este año no me he tenido que inventar nada para largarme de la cena. ¡Qué liberación!


Es curioso pero al día siguiente en el trabajo los pasillos que son responsabilidad mía estaban más revueltos que nunca, se notaba la mano de Jorge.
Ahora me avergüenzo de mi reacción en la cena. No se dé donde me salió tanta agresividad. Yo no soy así, generalmente soy bastante cobarde para los enfrentamientos.
Creo que tengo un nuevo enemigo.


Vamos con Paco.
Hay cambios, y cuando digo cambios es en todos los sentidos. Para empezar el colchón no estaba en el suelo como siempre cosa que lamenté, sobre todo cuando tengo calor por que solo con estirar un brazo o una pierna sobre el suelo frío me refrescaba, ahora hay un canapé de esos que se levantan y puedes guardar cosas dentro. La ventana tiene un estor y el armario empotrado estaba más lleno de ropa que de costumbre. Y ¡oh!, sorpresa, como adelante antes, allí estaba la prueba que me sacaba de todas dudas, un uniforme de piloto. Si, piloto de aviación. Ahora entendía lo de la maleta tipo fin de semana y el piso sin amueblar, el llamarme de repente para quedar. Es evidente que lo tiene para cuando está de paso. Lo que descarta lo del ejecutivo y si bien hoy me volvió a recoger con el BMW es probable que el otro fuese de alquiler. Ay, mentirosillo.
-Así que piloto ¿eh?- dije sacando la gorra y poniéndomela.
-Pues sí, pero yo nunca dije otra cosa.- no pudo evitar sonreír.
-Bueno, lo cierto es que nunca me dijiste nada, claro que está lo de los coches de empresa.- le guiñe un ojo y chasquee la lengua.
-Algo tenía que decir, el primer día no vas contándole a nadie tu vida sin más.- y tenía razón.
-Pues me encantaría vértelo puesto y quitártelo ya ni te cuento.- reí.
-Eso tiene solución pero otro día, ¿te parece?- dijo quitándome la gorra y volviendo a guardarla en el armario.
-Que así sea.- sentencie.
-¿Que te paso en el ojo?- dijo acariciándolo alrededor con el dedo pulgar.
-La puerta del armario de la cocina que se abre sola y este es el resultado.- quien era ahora el que mentía pensé sintiéndome culpable.
Un beso en el ojo y luego fue a por los labios.
El reestreno de la cama fue espectacular, parecía que venía con ganas. En el ambiente flotaba,… no se como decirlo, confianza, relajación, paz, tranquilidad. Cada uno hacía lo que le apetecía. Ya no me quedaba a la expectativa de sus deseos sino que satisfacía también los míos. Sudando, permanecimos un rato en la cama tumbados boca arriba, en la imagen solo faltaba el típico cigarrillo de después.


Me estoy refrescando la cara en el lavabo cuando entra y situándose tras de mi roza su miembro erecto contra mi trasero pasándolo entre las piernas y agarrándome de la cintura, me giró para darle un beso pero el alarga el brazo para alcanzarme la toalla que está colgada por encima de mi hombro en el lado izquierdo.
No se por que, pero hice un amago instintivo para esquivar un golpe. Todavía recuerdo su expresión de sorpresa. Me miró el ojo en silencio.
-¿Qué te ha pasado de verdad?- dijo muy serio.
-¿Cómo?- me hice el loco.
-Te hablo del ojo y de lo que acaba de suceder.- salí del baño y él tras de mí.
Cuando volvimos a la cama se lo conté todo. Escuchaba muy atento siguiendo mis gestos con la mirada, después se mostró muy cariñoso, demasiado quizás. Cosa que no me gusta nada, me pone nervioso.


Ahora la segunda vez que me ha penetrado incluso me pregunta si me duele.
Nos dormimos.
Me despierto. La sirena de una ambulancia suena a lo lejos, busco mi reloj, son las cuatro y cinco de la madrugada. Veo una silueta en la ventana, le observo con una mano apoyada en el marco mientras mira desnudo a la calle.
-¿Te pasa algo?- susurro.
-No nada solo me he despertado y… he estado pensando,… no se,… estoy tan a gusto contigo que,… veras me preguntaba si,… tu. Estaba pensando en darte una llave para que puedas salir y entrar cuando quieras. Pero no se si,… buscas algo serio o si yo soy lo que buscas o solo estas conmigo por… bueno, ya sabes.- divaga. Sigue mirando por la ventana pero no se vuelve.
Entiendo que no lo haga, si lo hace me obliga a darle una respuesta y presiento que hay una que no quiere oír. Guardo silencio, mi vida esta demasiado liada para complicármela aún más. Le oigo soltar el aire, creo que esta decepcionado. Y decido echarle un hueso.
-Si te parece puedo aceptar las llaves de momento y eso deja abierta la puerta al futuro.- volví a susurrar como temiendo despertar a alguien o algo. Sin quererlo me salio una frase que ni yo me creo que la haya dicho sin haberla pensado antes.
Parece gustarle el hueso por que salta a la cama a por más de mi.



Amanecemos abrazados, bueno, aunque rompa el romanticismo más bien el que está abrazado a mi es él. Yo no soporto mucho tiempo el toqueteo, soy arisco por naturaleza y necesito espacio.
Remoloneamos en la cama un rato hasta que el estómago nos pide que le echemos algo de desayunar. Para mi sorpresa el frigorífico esta repleto de alimentos y bebidas. Otro cambio.
Me entrega un llavero con las llaves en un gesto solemne. Las acepto.
-Ven cuando te apetezca, aunque no este yo, solo saber que estarás por aquí ya me agrada.- después añade.- ¿Puedo llevarte luego a trabajar?-
Yo me atraganto con la magdalena.

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