CONSEJO:

Al ser un diario será más comprensible si se lee desde la primera entrada. Domingo 29 de noviembre 2009
Gracias por vuestra atención

martes, 19 de enero de 2010

Continuación semana del 4 al 10 enero




Continuación de la semana del 4 al 10 de enero

Llegue a casa y subí las escaleras ya que el abuhardillado no dispone de ascensor y para colmo de males allí estaba Oscar recostado sobre el petate esperándome tras su vuelta de Afganistán.
-¡Sorpresa!- exclamó levantándose rápidamente saliendo a mi encuentro.
No pude decir ni media palabra.
-¿Dónde estabas?, no he parado de llamarte al móvil y no contestabas.-dijo abrazándome-.
-Pero si estas empapado, ¿Qué te ha pasado?-
-Nada, solo que me ha pillado el chaparrón en el camino.- verdad a medias.
-Vamos dentro déjame que te seque un poco.-
Terminamos de subir el último tramo de escalera y pasamos dentro, donde soltó el petate, después nos besamos.


Lentamente nos fuimos desvistiendo, la ropa mojada fue dando pasó a las caricias y el uniforme dejó al descubierto el cuerpo de un soldado. Me saca unos cuarenta centímetros de altura y mi cara queda pegada a su pecho donde aspiro su aroma, que ha cambiado y ahora es más intenso. Junto a mi ombligo presiona su miembro palpitante. Damos unos pasos y avanzamos hasta la cama.
No me siento cómodo con está situación, estoy haciendo lo mismo que no quiero que haga Paco.
Me dejó llevar.
Tendido boca arriba voy besando su cuerpo bajando hasta la cintura e introduciendo su pene palpitante en mi boca mientras le paso las manos por el pecho apartando las chapas metálicas que le cuelgan del cuello.
Sabe de mis gustos y tiene buen cuidado de no sujetarme la cabeza.
En un momento dado me sujeta indicándome que pare, está apunto de eyacular. Ahora toma él la iniciativa invirtiendo la posición. Está muy excitado siento su respiración sobre mi vientre luego hunde su cara entre mis piernas restregándose como si intentara marcarme con su olor.

Me pongo tenso cuando se introduce un testículo en la boca liberándolo suavemente.
Espero excitado a que comience con la felación. Adivinando mi deseo me hace esperar buscando el ano con la lengua. Cuando por fin empieza le sujeto la cabeza con ambas manos, unas de mis muchas contradicciones, siguiendo su ritmo sin forzarle.
Levanta mis piernas colocándoselas sobre los hombros intentando penetrarme. Le detengo con suavidad y le señalo la mesilla para que se ponga un preservativo, cosa que hace. En un momento ya está listo de nuevo y sin mucha dificultad entra en mi empujado lentamente cogiendo ritmo progresivamente. Mientras tanto me voy masturbando siguiendo la expresión de su rostro.
Ya no aguanta más saca su miembro quitandose el condón lanzando su esperma sobre mi, parte de el me sobre pasa yendo a parar vete a saber donde. Se tumba sobre mi con ganas de repetir de nuevo.

¡Vivan los cascos azules!



Permanecemos abrazados en la cama, pero mi mente está entre Paco y el presente. Me obligo a pensar que no tengo que elegir ahora mismo y dar un poco de tiempo para resolver mí situación.
-¿Cuando te has quitado la barba?- le pregunto acariciándole el pecho.
-Una semana antes de regresar, pero si quieres me la dejo de nuevo. A mí me da lo mismo, incluso es más cómodo por que no tengo que afeitarme a diario.-
-No, esta bien, siempre y cuando no me pinches.- digo pasándole la mano por la mejilla.
-Cuéntame como te van las cosas, ¿te han entregado ya el piso?-
-No, pero no creo que tarden mucho más.-
Poco a poco le voy poniendo al día de los temas de trabajo y amistades, omitiendo las cosas que no me interesan como la agresión o mi relación con el piloto. Seguimos charlando hasta la tres o cuatro de la mañana. Él me cuenta sus batallitas en Afganistán y de sus vivencias con la población. Del peligro que entraña salir a patrullar la zona y las penurias de la gente.
Estará seis meses antes de volver de nuevo a su destino.
En ocasiones me olvido de lo sucedido, me despierto en la noche pero el agobio vuelve a intervalos de tiempo más largos escociéndome cada vez que retomo el tema.
En una escapada al baño enciendo el móvil.

¡Doce llamadas perdidas de Paco!, si no estuviera aquí Oscar ya estaría hablando con él.
La culpa no me deja dormir.

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