CONSEJO:

Al ser un diario será más comprensible si se lee desde la primera entrada. Domingo 29 de noviembre 2009
Gracias por vuestra atención

lunes, 18 de enero de 2010

Semana del 4 al 10 de enero




Resumen semana del 4 al 10 de enero

Para poder seguir escribiendo en el diario primero tenía que ordenar un poco mi vida, de ahí el retraso en las fechas. Por lo que haré un resumen de lo sucedido hasta ahora. Me siento un poco deprimido, a estas alturas ya no importa donde pasé la noche vieja pero voy a intentar retomarlo más o menos donde lo dejé. ¡A perro flaco todo se le vuelven pulgas!

Después de pasar la noche vieja regresé solo en el avión, me refiero a que Paco tenía programado otro vuelo a Alemania, incorporándome al trabajo el lunes cuatro de enero. Volvimos a quedar el día de reyes, pasamos la noche juntos y por la mañana intercambiamos regalos. El me regalo un reloj estupendo y yo una cartera no tan estupenda. Se que no estoy relatándolo como acostumbro pero no soy capaz de transmitir la alegría que sentía en ese momento. Nos despedimos quedando para el sábado nueve pero por motivos de trabajo anulamos la cita. El problema fue que tras las fiestas teníamos que reestructurar los pasillos, inventariar la mercancía y colocar los nuevos envíos recibidos y ajustar los precios, por lo que tendría que quedarme unas horas fuera de horario. Lo que no sucedió gracias a Mª José que me echo una mano con el genero, bueno eso y que no hubo mucho movimiento. Dedicamos casi toda la jornada a dicha tarea y a la hora habitual salimos, me refiero a mi sección.

La lluvia seguía persistente en Madrid y acompañé a Mª José hasta su coche agradeciéndole la ayuda prestada. Ella se ofreció a acercarme hasta la parada de metro donde me dejó. A penas había un par de personas esperando, el sonido de trenes lejanos reverberaba por la estación y el olor a metal y humedad viciaban el aire. Sentado viendo pasar la oscuridad por la ventanilla del vagón donde me encontraba se me ocurrió darle una sorpresa a Paco y allá que me fui.

El viento soplaba con fuerza en dirección contraria no queriendo que alcanzara mi objetivo. El paraguas inutilizado fue a parar a la primera papelera que encontré dejándome desarmado contra la lluvia que comenzó a apretar en ese momento. El portero me vio llegar desde su pecera y la puerta se abrió con un chasquido. Empapado entré en el portal, un saludo con la mano a portero y esperé el ascensor. Me limpié la cara con la manga mientras veía cambiar los números de las plantas por las que iba pasando. Ansioso metí la llave en la cerradura y entré deseoso de sorprenderle.

Empuje la puerta con cuidado y entre en la habitación, la lámpara de la mesilla cubierta con el pañuelo azul apenas dejaba ver el resto de la estancia, como a mí me gustaba. Me aproximé a la cama donde me pareció ver algo de movimiento. Pensé que ya me había descubierto y que se levantaba para recibirme así que encendí la luz. El mundo se paró en ese momento. Yo con la mano todavía en el interruptor y la boca abierta y el sujetando a su acompañante por la cintura mientras empujaba. La instantánea solo duró unos segundos. Volví a cerrar la puerta y me lancé al ascensor temiendo que tratara de detenerme. Sonidos a mi espalda de alguien que inicia una carrera. Las puertas del ascensor que se cierran conmigo en el interior y parte de la imagen de Paco corriendo desnudo mientras la puerta metálica nos separa. Ya en la calle y acompañado solo por la música del móvil que no paraba de sonar, me refugié de la tromba de agua en una marquesina del autobús, donde tratando de evitar el agua racheada. Me arrime al cristal desde donde George Clooney me miraba sonriente con una taza de café en la mano. Ni un alma en la calle solo yo y la desilusión. Miré el móvil y me atrevía leer un mensaje: -Por favor vuelve.- Respuesta: trabajo solo. Nuevo mensaje: Se marchó. Y ya no quise responder nada más.

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