lunes, 15 de febrero de 2010
Hasta el 14 de febrero 2010
Recibí una llamada de Javi, (el encargado de la gran superficie de bricolage), para darme el número de teléfono de un conocido que necesitaba personal para su empresa, y allí que me presenté tras concertar una cita.
El lugar resulto ser un bajo comercial en una calle del centro de la capital, un semisótano para ser exacto. Era una imprenta y distribuidora de material de oficina, ahora se que todo ese material se denomina “consumibles” y el puesto era de comercial. Bueno, una especie de comercial encargado de hacer el reparto de los consumibles a las distintas empresas que hacen los encargos, bien por Internet o por teléfono.
Llegue a eso de las once de la mañana, hora a la que me habían citado. La puerta se encontraba entornada así que la empuje y bajé una pequeña escalera hasta una especie de recibidor con cristales opacos, desde el otro lado llegaba el sonido de la maquinaria. Me acerqué a la siguiente puerta y miré al interior un hombre de unos cuarenta y pocos con un mono azul, de espaldas a mi, se afanaba en recoger de una bandeja un montón de recortes de papel. Al verme paró el artefacto.
-Buenos días.- saludé.
-Buenos días.- contestó.
-Tenía una entrevista de trabajo con Basilio.- Basilio es el nombre de la persona con la que hable por teléfono.
-Tienes que bajar por allí.- me dijo señalando un agujero en el suelo desde donde se veían los primeros peldaños de una escalera en espiral.
Fui bajando seguido por el sonido de mis pisadas sobre los peldaños de madera. La estancia estaba muy bien iluminada por multitud de fluorescentes repartidos por el techo. Estanterías por todas partes cargadas de cajas marrones, un escritorio con ordenador incluido y lo que parecía la entrada a un despacho al fondo junto a la puerta que rezaba W.C.
Llamé a la puerta y giré el pomo asomando la cabeza.
-Hola, buenos días, soy Angel me envía Javier por la vacante.- dije mientras iba avanzando por el pequeño despacho.
Me había puesto uno de mis trajes para causar buena impresión. Él me miró sentado desde su mesa. En ese momento sonó el teléfono y haciendo un gesto para que me sentara descolgó.
-Si,… si, ya lo están preparando, enseguida se lo servimos. Si, si no hay problema… a lo largo de la mañana. Muy bien adiós.- y colgó prestándome de nuevo atención.
Ya me encontraba sentado y había estudiado a Basilio mientras hablaba. Era un hombre de unos cincuenta y algunos con un buen traje barba bien arreglada, algo canoso, fibroso y ojos castaños. Nos incorporamos los dos para estrecharnos la mano, me sacaba un palmo, volvimos a sentarnos.
-¿Has trabajado alguna vez de comercial?- me preguntó recostándose sobre el sillón.
-Pues no, la verdad, pero si he tenido trabajos relacionados con trato directo al publico.- dije cruzando las piernas y poniéndome algo más cómodo.
-Eso esta bien y es muy útil. ¿Te ha contado Javier en que consiste el trabajo?-
Sin esperar a que le contestara pasó a exponerme la situación.
-Se trata de un poco de todo y me explico: Durante la mañana hay que hacer una serie de entregas, ya me has oído antes, a los clientes y después tomar nota de los pedidos que vayan entrando tanto por teléfono como por correo electrónico que se le entregarán a Manuel que está encargado de la imprenta y que se ocupará de prepararlos para el reparto del día siguiente con nuestra ayuda. También hay que hacer algunas cosas que ya las veras según vayan surgiendo, si aceptas el empleo, claro.- Se abrochó el botón central de la chaqueta y apoyo los antebrazos sobre el escritorio esperando mi comentario.
-En principio me parece bien, sin objeción, pero me gustaría saber la retribución.- dije tratando de decirle de una forma educada que me dijera cuento me iba a pagar.
-El salario es de ochocientos cincuenta euros que irán aumentando en función de la cantidad de pedidos que vayan surgiendo. Calculo que saldrás alrededor de mil euros. ¿Que dices?- preguntó abiertamente.
La verdad. Que me salga un trabajo tan rápido y tal y como está la economía, no es para decir que no y encima mileurista. Pensé aunque solo dije:
-Aceptó.- sonreí levantándome al ver que el hacía lo mismo.
-Muy bien, ¿puedes empezar ahora mismo? necesito hacer unas entregas esta misma mañana.-
-No hay problema, ¿Qué tengo que hacer?-
Juntos fuimos hasta el escritorio de la otra sala y me entregó un pequeño listado con las direcciones y el material por llevar a cada sitio.
-Todo esta cargado en la furgoneta y en la puerta tienes un callejero y toma este mono de trabajo, con ese traje no puedes ir. Otra cosa, me ha comentado Javier que eres gay.- dijo volviéndose hacia mi.
-Si lo soy, ¿algún problema?- me puse a la defensiva.
-No, no me mal interpretes es solo por dejar las cosas claras, nada más. Todo lo contrario no tengo ningún problema con eso.- me sonrió tratando de quitar tensión.
La verdad, hasta unos días después no supe que quería decir con “todo lo contrario”.
Era una furgoneta pequeña y no tuve ningún problema con las direcciones de las entregas. Uno de mis anteriores trabajos fue de encuestador inmobiliario y me dedicaba a recorrer Madrid y alrededores visitando obras nuevas en construcción y segunda mano. Por lo que estaba más que familiarizado.
En dos horas y media regresé y nos fuimos los tres a comer el menú del día a un bar cercano. Por la tarde me encargué con su ayuda de gestionar los pedidos para el día siguiente y Manuel y yo terminamos de cargar la furgo. Una de las ventajas es que me la puedo llevar a casa y hacer la ruta saliendo directamente desde allí. Vamos como si tuviera coche de empresa. Pero por el momento lo he dejado en el garaje de la empresa por problemas de aparcamiento por la zona donde vivo.
Al día siguiente a la hora de mirar los pedidos Basi, que es como le llamamos, estuvo indicándome como se maneja el programa. Colocándose tras de mi y pasando el brazo por mi espalda para sujetar el ratón a la vez que con la otra mano escribía en el teclado.
Así rodeado apretaba, haciéndose el distraído, su paquete en mi hombro izquierdo. No quise darme por enterado de lo que estaba pasando y fingí prestar atención a sus explicaciones hasta que por fin se retiró a su despacho.
En uno de los estantes y llena de polvo estaba la cámara de fotos que estoy utilizando estos días una Polaroid de esas que llevan un cartucho con fotos de auto revelado instantáneo, por cierto cartuchos que ya no se fabrican, pero no hay problema hay una caja llena de cartuchos de esos. Espero que no estén caducados. Me ha dicho Manuel que se utilizaban para fotografiar los pedidos que se recibían en mal estado pero que ahora se hacen las fotos con el móvil. Así que me la he agenciado.
El horario que tengo es estupendo de lunes a jueves de ocho a cinco y media. Los viernes hasta las tres y todo el fin de semana libre. Aunque me ha dicho que algún sábado hay que venir, pero son excepciones.
Hoy he conocido a otro empleado. Más que empleado es socio de Basilio, se llama Ramiro es del estilo a Basi, pero bastante más serio. O eso, o no le caigo muy bien por que me habla de forma distante y nunca le he visto sonreír. Se dedica a visitar empresas para captar clientes. Hoy ha llegado con dos nuevas oficinas a las que hay que servir consumibles e imprimir los membretes en los sobres y folios. Hemos estado hablando un momento pero parece muy desconfiado. Por cierto tiene un poquito de pluma.
Hoy jueves día diez. Ramiro está visitando otras dos posibles empresas para suministrar material. Basi ha mandado a Manuel con la furgoneta a entregar un pedido de última hora. Le he dicho que lo podía hacer yo mismo, pero insistió en que me quedara a terminar de registrar los encargos.
Son las cuatro de la tarde y ya le tengo junto a mi empeñado en volverme a explicar algo que ya sé. Cada vez se restriega más, a veces tengo que doblar un poco la cabeza por que se inclina tanto que casi no me deja espacio. La verdad es que el tío no esta nada mal pero tendrá que dar él el primer paso.
Ha subido a la planta superior donde le oigo cerrar la puerta de entrada. Desde donde estoy, veo por las ventanas alargadas del sótano la silueta de las piernas de los transeúntes. Imprimo el último pedido que acabamos de recibir vía email. El sonido de sus pasos en los peldaños me alerta de que en unos momentos le volveré a tener detrás de mí. Me apresuro a recoger de la impresora los pedidos…
Le tengo de nuevo junto a mi hombro. Me giro para entregarle los papeles y ¡zas!… está con la polla y los testículos fuera a unos centímetros de mi cara.
-He pensado que ahora que estamos solos podemos juguetear un poquito, ¿no te parece?- me dice agarrándose todo el conjunto con la mano sacudiéndolo de forma ostentosa.
No se que decir, dejo los pedidos junto al teclado.
Ya había pensado antes esta posibilidad barajando las dos opciones. Primera negarme, cosa que podría deteriorar la situación en el trabajo si no es razonable y no desiste de su actitud. O la segunda liarme con él. Esto ultimo me motiva bastante ya que tal y como está ahora mismo trajeado con todo colgando… me tiro por la segunda y de cabeza.
Rompo la regla número uno “no cagues donde comes”
Ya sabéis…. Gritad todos juntos. ¡Es que los trajes me pueden¡
Me giro y le sujeto todo con la mano como si agarrara una paloma. Él pega como un escalofrío y yo noto el calor de su miembro. Ahora le miro a la cara, esta congestionado. En la punta del glanden empieza a formarse una gota de lubricante por lo que deduzco que le estimula y que no está muy habituado. Con el dedo la retiro dejando que se forme un hilo que desafía a la gravedad.
Se afloja con las dos manos la corbata desabrochando los tres primeros botones de la camisa dejando en mis manos la custodia de sus atributos masculinos.
Sin mirarle le digo:
-Podría entrar alguien.- ya no puedo decir nada más con la boca llena.
-He cerrado la puerta de entrada con llave y le dije a Manuel que al terminar ya no regresara aquí.- intenta desabrocharse el cinturón pero le detengo.
-Espera un poco.- le digo aprovechando para sacarme un pelo de la boca.
Continúo un poco más con la felación mientras él se retuerce los pezones. Sorprendentemente no me sujeta la cabeza. Buen comienzo.
Me levanto de la silla y se aproxima para besarme.
-Nada de besos con el jefe.-digo apartándole –Debo guardar las formas.-
El ríe la ocurrencia y me lleva de la mano hasta su despacho donde se quita la chaqueta. Mientras tanto no dejo que la cosa se venga a bajo y el me baja la cremallera del viejo mono azul manchado de tinta, que vete a saber de quien sería antes.
Le echo la corbata hacía atrás y termino de desabrochar la camisa dejando al descubierto su pecho velludo y algo de barriga. Desabrocho el cinturón dejando caer los pantalones hasta los tobillos y seguidamente los calzoncillos. La imagen es… no se. Estoy a cien.
El se sienta en su sillón y yo digo:
-Un momento.- y salgo en pelotas corriendo hasta el casillero donde está la bandolera a por el preservativo de turno.
En unos segundos estoy de vuelta y retomo el levantamiento de lanza. Me gira y reclina sobre el escritorio. El vaso de los bolígrafos cae al suelo desparramando su contenido. Me abre los glúteos hundiendo su rostro en ellos, noto su lengua de acá para allá. Introduce el índice y después el pulgar dilatando lentamente.
Por fin me gira y me siento sobre él con las piernas a ambos lados de los apoyabrazos. Él comienza a moverse rítmicamente. Mi posición no es muy cómoda me rozan los apoyabrazos en los muslos pero no dura mucho tiempo. Se levanta sujetándome y quedo tumbado de espaldas sobre la mesa. El flexo cae al suelo con un pequeño estallido de la bombilla. La habitación queda en penumbras iluminada por la luz que llega de la sala contigua. Sigue empujando y me comienzo a masturbar.
-Córrete vamos, córrete.- me susurra.
Su frente se cubre de perlas de sudor que van cayendo en varias direcciones por el movimiento frenético.
Por fin eyaculo dejando un reguero de semen que va desde mí ombligo hasta la barbilla. Excitado comienza a moverse más rápidamente hasta que en un movimiento rápido saca el pene y quitando el condón se corre sobre mí, dejando una segunda línea blanca, una tercera y hasta una cuarta que termina en mi mejilla.
-Joder chaval, que bueno.- expulsa el aire y se pasa el dorso de la mano por la frente.
Sin moverse saca una caja de clinex del cajón y lo deposita sobre la mesa.
-Ahora hay que limpiar este desastre.- y comienza a extender con la mano el semen por mi pecho.
Este fin de semana lo pasaré con Oscar. Iremos a Ikea a por algunos muebles para el nuevo piso. Paco sigue en uno de sus viajes con escala en vete a saber donde, llevo dos semanas sin verle, aunque le mantengo al corriente con mensajes.
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Es fantástico como el sexo, es igual de excitante para todos, lo dice una blogger colega, mujer heterosexual y argentina, que disfruta de tus letras y lamenta ver q tu ultima entrada fue el año pasado. Saludos, y si quisieras ver similitudes, te invito a leerme http://cuentoseroticosdelamujeralada.blogspot.com/2009/03/entrevista-de-trabajo.html
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