viernes, 12 de febrero de 2010
Desde el jueves 5 de enero hasta…
Soy un desastre. En los nueve días que llevo sin escribir en el diario me han sucedido muchas cosas y no se por donde voy a empezar a contarlas. Desde que me ha detenido la policía, no por prostitución sino por allanamiento y la verdad no se por que me da vergüenza contar esto, y no que le he comido la polla a mi nuevo jefe.
Si, tengo un nuevo trabajo pero primero voy a poner un pequeño resumen de cómo fue el arresto y después continúo con todo lo demás.
Incidente con la policía
No sabía que pinchar una rueda fuese tan difícil. Hoy he visto pasar la furgoneta del famoso incidente, “entrada del sábado 12 de diciembre de 2009”, me oculté detrás de un coche instintivamente, aunque dudo mucho que se acuerde de mí, pero de todas formas me escondí y hasta me puse nervioso. Paró una calle más abajo, le vi bajar a la luz de las farolas, (eran las doce de la noche), entró en un bar.
Sin pensarlo dos veces corrí hasta situarme junto a ella y con una pequeña navaja que llevo en la bandolera intente clavarla en la rueda hasta cuatro intentos, por fin con el sonido del aíre al desinflarse corrí hasta una distancia prudencial desde donde me quede a la espera.
Él salió al poco tiempo y arrancó doblando la calle donde le perdí de vista. Di una pequeña carrera y cuando me asome por la esquina la furgoneta estaba parada y él se encontraba en cuclillas junto a la rueda.
Me marché a toda prisa.
Pasada una media hora regresé a mi puesto y esperé como siempre. Al poco tiempo paró un Renault Megan negro junto a mí y desde el interior me miraban tres chavales de unos veintidós a veintiséis años calculo. Mi primera intención fue marcharme tras saludar, pero el del lado del acompañante me dijo:
-Espera, espera tío no te vayas.- salió del coche y se acercó.
No dije nada, solo me quede mirando tratando de adivinar sus intenciones. Tenía pinta de niño bien y me habló con educación.
-No seas así, espera un momento.- me sujeto con cuidado del brazo cuando intente retomar la marcha.
-Lo podemos pasar muy bien… podemos ir a mi casa los cuatro y divertirnos un rato. ¿Qué te parece?- enseguida añadió.- Nadie nos molestará.-
Le observe un momento sin saber que hacer, no me gustan tan jóvenes. Prefiero de treinta y pico para arriba. Al final accedí y subí al coche.
Los tres iban bien vestidos y parecían agradables. Por el camino casi ninguno habló, pero si había algo de excitación en el ambiente.
No estoy seguro pero creo que estábamos por Pozuelo cuando paró frente a una enorme puerta de entrada. Salimos y entramos por una puerta pequeña que abrió. El camino hasta el garaje dejaba a ambos lados una pradera de césped muy bien cortado. Los macizos de plantas estaban iluminados estratégicamente creando ambientes relajantes.
-¿Qué tal un baño?- dijo uno de ellos sin dirigirse a nadie en particular.
La puerta daba a una piscina cubierta. El calor húmedo me golpeo agobiándome al instante. De repente sobraba la ropa y eso que aún tenía los pies fríos por la espera en la calle.
Entre risas se fueron quitando la ropa arrojándola sobre una de las hamacas o tumbonas que estaban esparcidas a lo largo del borde. Por mi parte hice los mismo y uno a uno fuimos saltando al agua desnudos. Me sorprendió la temperatura del agua, nadé hasta el que parecía que estaba menos cortado. Antes de llegar a su encuentro alguien me agarró por la cintura situándose sobre mi espalda apretando su miembro contra mis nalgas.
-Vamos al otro lado que no cubre.- dijo uno de ellos.
Todos juntos, con el agua algo más arriba de la cintura, empezamos a juguetear.
Las luces de la piscina se encendieron repentinamente y los tres salieron corriendo en diferentes direcciones hacia la puerta de salida dejándome solo en el agua.
Dos agentes de policía hicieron su aparición en el recinto por la entrada contraria a la que habían utilizado los jóvenes para salir huyendo.
¡Creo que me he metido en un lío!
Uno salió corriendo tras ellos. El otro me apuntaban con el arma desde el borde de la piscina.
-¡Anda sal de ahí, cabrón!- me dijo aproximándose, haciendo un gesto con la mano donde llevaba la pistola para que saliera del agua.
-Creo que esto es un error.- dije levantado las manos a modo de interrogación al tiempo que me aproximaba a la escalerilla.
-Un error, Ven “Paca” que te voy a dar yo un error.-
Según empecé a subir el primer peldaño me agarró del pelo tirando con fuerza hacia arriba. Instintivamente subí lo más rápido que pude para evitar en todo lo posible el tirón. Una vez fuera del agua sentí que me clavaba el cañón de la pistola en el costado obligándome a tumbarme en el suelo. Desnudo con la rodilla del agente sobre mi espalda esperé resignado.
-Parece que el bañito os va a salir caro.- dijo golpeando mi cabeza contra el suelo.
Seguidamente entró de nuevo en el recinto el otro policía negando con la cabeza hacia su compañero.
-Por lo menos tenemos a este.- le dijo a su compañero.
-Anda, deja que se levante solo se estaban dando un baño.- intercedió apartándole de mi espalda dejando que me incorporara.
-Donde tienes la ropa, ¿es esa?- señalo a algunas de la prendas que no habían podido recoger en su huida.
-No, es aquella junto a la puerta.- con el brazo doblado en la espalda me acompaño donde se encontraba la ropa.
-Ponte algo si no quieres ir en pelotas a la comisaría.-
Me fui vistiendo observado por los agentes. Me sangraba la rodilla derecha, debía de habérmela raspado en la escalera o al tirarme al suelo.
Ya en el vehiculo traté de explicarles que había conocido a esos chicos a la salida de un bar y que me habían invitado a su casa para darnos un baño. Medio mentí.
El viernes por la mañana me dejaron marchar. Nadie presentó cargos y sospecho que alguno de los jóvenes debía de vivir en esa casa y gracias a eso la cosa no fue a más.
Fin del incidente.
Próxima entrada continuaré con el nuevo trabajo.
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