CONSEJO:

Al ser un diario será más comprensible si se lee desde la primera entrada. Domingo 29 de noviembre 2009
Gracias por vuestra atención

martes, 2 de febrero de 2010

Semana del 1 al 7 de febrero 2010


Hoy he ido al INEM, (Instituto nacional de empleo), para apuntarme al “paro” es lunes, pero tendré que volver mañana mucho más temprano por que la cola es enorme.

Día siguiente: después de cuatro horas de espera al final ya tengo la cartilla del paro en mi poder y listo para la prestación por desempleo.


Voy camino de Barcelona. He hablado de mi padre, pero nunca he mencionado a mi madre. Está internada en una residencia para personas con alzheimer.
No le he dicho nada a nadie, es uno de los viajes que siempre pospongo hasta que me acaba agobiando. Solo he sacado el billete del AVE y he subido sin más, pienso regresar esta misma tarde. Siempre me sorprende la velocidad que llega a alcanzar este trasto. Me pierdo en los paisajes lejanos donde los campos arados y los horizontes me hacen sentir melancolía por un tiempo pasado.

Creemos que siempre va a estar alguien ahí recordándonos como éramos en nuestra infancia y que nos refrescara la memoria continuamente.
No debería escribir nada de esto para no arrastrar a nadie a mi viaje al interior.

Hace frío y a dejado de llover hace poco, el paseo de chopos que conducen a la entrada de la residencia esta cubierto de hojas secas, a lo lejos veo a un barrendero que las está retirando. Debería estar prohibido recoger las hojas en según que sitios.

Nada más pasar la puerta giratoria noto la bofetada de calor junto con un ligero olor a desinfectante. Varias personas esperan sentadas y otras deambulan por la recepción. Me identifico y subo a la tercera planta donde respiro profundamente y entro en la habitación.
Está sentada junto a una ventana desde la que solo se ve la fachada de otro edificio. Nada que ver.
Solo confusión en su rostro.
Todo esto lo esta costeando mi padre que, la verdad no se que días viene a visitarla.

Estoy un par de horas sentado junto a ella comentando cualquier cosa que se me ocurra. Hablar por hablar. Cuando no lo aguanto más me marcho sin decir nada. Dejándola en el mismo punto donde la encuentro siempre. Cada vez está más deteriorada.

Una señora no ha podido evitarlo y a gritado cuando el coche que pasaba por la calle me a rozado dejándome sentado en un pequeño charco. Enseguida un par de transeúntes que esperaban junto a mi, pero algo más retirados del borde, se han apresurado a levantarme preguntando si me encontraba bien. El vehiculo paró y una joven asustada bajó hablando en catalán.
Me he disculpado y he tratado de tranquilizarla diciéndole que lo sentía y que era culpa mía. Y así fue realmente.
Un agente, creo que es un mosso de esquadra, se acercó a ver que sucedía. Ha puesto orden y nos toma los datos a ambos.
Le he contado de donde vengo y que me dirigía a la estación y se ha ofrecido a acompañarme unas calles. Parece simpático, creo que se ha fijado en el llavero que cuelga de la bandolera con el arco iris. Ya es tarde para comer así que le pregunto por algún lugar donde pueda tomar algo, un bocadillo quizás. Me lleva hasta un bar, donde sirven directamente a la calle por una vitrina “Bikinis” ósea un sándwich de jamón y queso, pido un par y una Coca cola.
-¿Quiere tomar algo?, le invito.- digo antes de darle un mordisco al sándwich.
-No gracias ya he comido y ahora no tengo apetito.- me responde.
-¿Tienes prisa?, dentro de un par de horas cuelgo el uniforme.-
-Lo siento, pero tengo que marcharme e de coger el AVE.
-Es una pena, por que te podía enseñar un poco la ciudad.- seguía insistiendo.
-Tal vez si vas por Madrid el que te la enseñe sea yo.-
No se por que dije eso enseguida me puse colorado “te la enseñe” pensé en arreglarlo pero no quería darle más esperanzas de las que había.
-Tengo tus datos, así que como tenga ocasión te doy un toque.-
-Llámame cuando quieras. Mira, no pienses que soy un tío borde, pero es que he tenido un mal día y solo quiero volver a casa.- intenté arreglarlo.
Con un apretón de manos me despedí del agente. Me da la sensación que aún no está convencido pero no estoy de humor para nada.
Tras cruzar un par de calles me doy la vuelta. Sigue de pie junto al bar y me saluda con la mano. Le devuelvo el gesto y giro en dirección a la estación.




Por fin me ha llamado Paco, va a estar desde el jueves hasta el domingo en Madrid. El problema es que Oscar también llega mañana pero afortunadamente se va directo al cuartel. Dice que ya me llamará.
El miércoles se pasó por mi casa Carmen, quiere saber si puedo hablar con el casero para quedarse ella con la buhardilla y que mantenga el mismo alquiler. Le encanta que este en el centro y le sale más barato que donde está ahora, por no decir que la zapatería donde trabaja esta a quinientos metros de aquí. Ante la insistencia de ella, hablé con él en ese mismo momento y no hubo ningún problema. Colgó encantado de tener otro inquilino.
Ya lo tengo todo embalado y listo para llevar a la nueva casa, pero aún tengo por delante tres semanas para desocupar. Si por Carmen fuese, ella misma se hubiese llevado las cajas con tal de que la deje vivir aquí.

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