martes, 15 de diciembre de 2009
Jueves 10 de diciembre 2009
Estas son unas fechas en las que parece que todo el mundo tiene que divertirse. Se aproxima la navidad y todos tenemos alguna comida de empresa. Eso hace que estén mas dispuestos a divertirse teniendo una buena excusa para decir en casa, por lo que aumenta el numero de clientes.
Me encuentro en la calle Augusto de Figueroa apoyado entre dos coches son la una y veinticinco de la noche y hasta el momento no hay clientes. Solo han parado un par de coches para preguntarme por una discoteca y un restaurante.
De vez en cuando me muevo por la calzada.
Diez minutos más tarde un vehiculo pasa junto a mi, baja la ventanilla y se detiene unos metros más abajo. Me acercó hasta el y me inclino un poco para mirar por la ventanilla.
-¿Estas esperando a alguien?- me pregunta.
-A ti, si te parece bien.- le observo, es un tipo grande, corpulento, de los que dicen que tienen cuello de toro. Casi da en el techo con la cabeza. Debe pesar unos noventa kilos, pero no se le ve gordo solo muy robusto.
-¿Cuanto por un completo?- me dice acompañando la frase con un gesto de la cabeza.
-Cincuenta euros.- no me molesto en decirle el resto de la tarifa por que ya se ha estirado sobre el asiento para abrirme la puerta.
Me siento pero el tío no arranca.
-Esta bien, pero antes tengo que ver el genero. Venga sácate la polla.- Antes de terminar de hablar ya está tocándome el paquete.
-Tranquilo, tranquilo, un momento.- me bajo la cremallera y se lo enseño.-
-Espero que se ponga más hermosa.- me dice sobándome el miembro.
-Tu veras, esto no es instantáneo.-
-Venga vamos.-
Hemos dejado el coche en un parking y bajamos por una calle paralela a la a Reina. Alquila una habitación por horas en un hostal un poco más abajo. Por el camino hemos entrado en una tienda china comprando una botella de ron, coca cola, hielo y unos vasos de plástico de tubo.
La habitación esta fría y como todos los hostales de este tipo desangelados. Una lámpara en el centro de la habitación con la luz amarillenta solo alcanza a alejar la oscuridad a los rincones.
Se está preparando un cubata bien cargado y por lo que veo a mi otro. Suena un móvil que no es el mío.
-Dime,… si, ya estoy aquí… pues donde siempre… venga ahora nos vemos.- al habla me miraba de vez en cuando.
Se lo bebe en dos tragos y se prepara otro, yo solo le doy un sorbo y me acerco para dejar el vaso en el mal parado aparador junto a los pies de la cama.
Me sujeta de la cintura guiándome para que me gire y me besa en la boca. Sabe a ron y es fumador. Se quita la chaqueta tirándola sobre una silla, algo del bolsillo golpea el respaldo. El mismo se quita la corbata y sigue buscando mi lengua con la suya.
Huele un poco a sudor pero no es desagradable. Intento desabrocharle la camisa pero me detiene.
-Espera un poco déjame disfrutar de esto.- y termina de quitar mi camisa.
-Vaya, vaya.- dice pasando sus manos por mi cuerpo abrazándose a continuación, ahora restriega su paquete contra el mío. Esta muy excitado.
Abro del todo su camisa, tiene el cuerpo bien definido, va al gimnasio pero no esta marcado de una forma exagerada. Sigue besándome y no parece tener prisa.
Llaman a la puerta y me retiró a un rincón de la habitación mientras va ha ver quien es.
Entre abre la puerta un poco.
-Hola, ya estás aquí,… si, pasa,… si, también está aquí.- dice terminando de abrir la puerta de par en par e invitándole a entrar.
Ante mi sorpresa el otro hombre entra en la habitación y me busca con la mirada. Al verme hace un gesto de asentimiento. El otro me dice:
-¿Que te parece si nos lo hacemos los tres?- más que una pregunta es una afirmación.
-Por supuesto te daremos el doble.- y saca dos billetes de cincuenta ofreciendo me los con su mejor sonrisa, temiendo que me eche atrás.
-Esto no es lo que habíamos hablado antes.- respondo.
-Bueno, te daremos algo más, lo estábamos pasando bien, ¿no?- y añade otro billete de cincuenta.
El otro tipo también trajeado, se limita a escuchar detrás de el. Me fijo en sus ojos brillantes, este ya trae la fiesta puesta de casa, pienso. Es bastante más delgado y sospecho que deben ser compañeros del gimnasio o de trabajo.
Acepto con un gesto de cabeza y agarro el dinero que me ofrece.
El otro se empieza a servir una copa también.
-Te has podido desmarcar al final de la cena. ¿Qué excusa has puesto?- hablan entre ellos.
-Que tenía que recoger a las niñas a casa y llevárselas a su madre.-
Siguen charlando durante unos minutos hasta que me prestan atención de nuevo.
El pequeño dormitorio se va caldeando mientras nos vamos desvistiendo unos a otros.
El grandullón se tumba en la cama con el pene erecto y me hace un gesto para que me acerque, su compañero que en ese momento me está besando el cuello me deja ir.
Le agarro el miembro y comienzo a hacerle una mamada. Noto las manos de su compañero masajeándome el ano y hunde el rostro en mi culo lamiéndolo también. Pasado unos minutos me penetra con suavidad, moviéndose rítmicamente. Parece que sabe lo que hace. El otro se limita a jadear e instintivamente, supongo, me sujeta la cabeza con ambas manos forzándome.
Uno de ellos pide cambio de relevo y las posiciones se invierten. Este es más violento en la penetración, incluso me tira del pelo hacia atrás obligándome a levantar la cabeza. Su compañero reclama mi atención pero la posición me impide satisfacerle hasta que me libera y continúo con la felación.
El más grande ya ha eyaculado y se retira aún pequeño sillón desde donde se sienta a observarnos.
Por petición de el soy yo el que le monto ahora, diciéndome incluso lo que tengo que hacer y decir. Me pide que empuje con violencia mientras le insulto, su compañero se incorpora y me acerca unas cuerdas para que le ate en la cama volviéndose a sentar, así lo hago, dejándole tumbado boca abajo con las extremidades atadas una a cada extremo de la cama.
El otro me entrega una enorme polla de goma, que saca de un maletín de piel y la impregna de lubricante para que se la introduzca. Así lo hago, pero me pide que lo haga bruscamente, El grita de dolor pero a la vez me pide que no pare. Busco con la mirada al otro, que ya no está sentado en el sillón, sino de pie junto al cabecero masturbándose excitado con la situación de su amigo atado y sometido en la cama.
Una mano me invita a abandonar la cama, al salir a parto con el pie unos preservativos que están tirados por el suelo. Me sobresalto por un grito, me vuelvo y veo que le está azotando con un cinturón. Intento detenerle pero el agredido me pide que no lo haga. Veo que aún lleva puesta la corbata y los calcetines negros mientras recibe su castigo.
Será su forma de no perder su identidad de ejecutivo sometido.
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Ángel, antes que nada agradecerte el comentario tan amable que me has hecho y, como no, desearte felices fiestas a ti también. He leído algunas de tus entradas, empezando por la primera, como dices, y me ha sorprendido. Podría ser un blog en el que fantasearas o en el que contaras tu vida cotidiana, que me parece de lo más interesante en cualquier caso (creo que es lo segundo, ¿no?). En todo caso te doy la enhorabuena y espero que sigamos en contacto. Me gusta saber de todo y hasta quizás me puedas dar ideas ;-)
ResponderEliminarOye, un abrazo muy fuerte,
Ed.